REFLEXIONES DE LA PALABRA (CCCXX). Fiesta del Bautismo del Señor
Con esta
fiesta del Bautismo del Señor cerramos el tiempo de Navidad y comenzamos el
tiempo Ordinario. En este domingo vemos como Jesucristo, el Señor, el ungido,
el elegido, es acreditado por el Padre para llevar a plenitud su designio de
salvación con la fuerza del Espíritu Santo.
Y es que
Jesús, al recibir el bautismo de Juan en el Jordán, comienza su vida pública, y
se nos manifiesta claramente como el Mesías de Dios, llamado a anunciar y a
llevar a cabo la salvación de Dios a toda la humanidad. El texto del evangelio
según san Marcos que proclamamos hoy nos muestra como el bautismo de Jesús
culmina con una manifestación de Dios en la que se oye desde el cielo: “Tú eres
mi Hijo amado, mi predilecto”, y de esta manera Jesús es acreditado como el
Mesías, el elegido de Dios para hacer llegar al mundo su salvación definitiva.
Así, se pasa del anuncio de las promesas por parte de Juan Bautista, quien
anunciaba la llegada del Mesías e invitaba a la conversión, a su cumplimiento
en Jesucristo, pues Jesús viene a cumplir los designios salvadores trazados por
Dios; y en su persona y en su misión se concentran no sólo las esperanzas del
pueblo de Israel, sino las de toda la humanidad.
Vamos a pedirle,
pues, a la Virgen María, que después de
contemplar el nacimiento de
Jesús en este tiempo de
Navidad, y de haber contemplado como se manifiesta a todos los pueblos, nos dispongámonos a acogerlo también en su vida pública
para que su Reino de luz y de vida, se haga en nosotros, que por medio del
sacramento del Bautismo hemos sido adoptados como hijos de Dios por medio del
agua y del Espíritu Santo.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Canal Romero.
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